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Creativo: Que se Largue ICE – Somos Bebés Be...

Creativo: Que se Largue ICE – Somos Bebés Bellos y Morenos

Nota del Editor: este es una pieza creativa. Las opiniónes en esta pieza no nesecariamente reflejan las de la redacción de 14 East.

Me despierto en mi cuarto por el sonido de piso de abajo, mi padrastro pone la canción “Mammas Don’t Let Your Babies Grow Up To Be Cowboys” a las cuatro de la mañana. Animo a mi mamá con sus canciones favoritas que tratan sobre la luz del sol cuando entramos al carro y salimos bajo las luces de la carretera al alba. Ella se limpia la nariz mientras que Stevie Wonder baña a su bebé en la grabación de ‘Isn’t She Lovely’. Ella pronto está cantando ‘Secreto De Amor’ más alto que yo — mi canción de rocolas y tequilas. Estamos iluminados por la luz blanca de celulares y del tablero — somos personas libres por un momento. Ella come rebanadas de manzana y toma demasiada agua.

El niño bronceado con un lunar en su mejilla me sirve el desayuno. Pasan música clásica en el baño de McDonalds. Cruzamos un camión de comida que vende tacos mientras vamos manejando. El hombre de Zimbabwe con la gorra de lana le da a mi ‘Pa’ su billete para el estacionamiento. Comemos nuestros Sausage McMuffins en el carro mientras el hombre con la gorra habla con otros paisas en sus SUVs. “La Migra!”, mi ‘Pa’ dice entre risas cuando un carro de policía nos cruza con sus sirenas puestas.

Segundo piso — un techo de cemento, estamos ahí sentados con la gente Morena y nerviosa, mirando da os conductoras rubias hablar del clima nacional en la tele. Dos abogados pálidos revuelven sus carpetas de manila, nos miran y dicen, “hola, hola… hi, how are you?” a mí, y les quiero decir, háblame a mí como le hablas a ella. Me dicen que tengo que quedarme en la sala de espera. Sostengo mi orina para no perder el momento que llaman “K8” y mi mamá y mi ‘Pa’ se tienen que parar y entrar a la sala del tribunal. “K16”. “K18”. Señorita Manila me asegura que el orden de los casos es al azar, pero me preocupa que vamos a estar sentados aquí por otros veintiocho años más, revisando correos electrónicos y soñado con los cantos de un cenzontle. Llaman el número. Nos paramos. Le doy un abrazo a mi padrastro mientras mi mamá marcha hacia adelante y estoy orgulloso. Estoy tarareando ‘Isn’t She Lovely’ y me acuerdo de cómo mi mamá caminó al edificio, cómo miró en blanco con la sabiduría de una bebé al principio de su vida.

Con las mujeres chinas embarazadas, esposos africanos, hermanas chilenas y cochecitos suecos, siento que esto es América, ningún lugar más que esta sala de espera amplia, piernas temblorosas, ojos inquietos, todos asustados de la posibilidad de arresto por decir algo extranjero, no sabemos el poder que tenemos, qué tan resonantes nuestros corazones son en esta armonía de mil lenguas, ahora está ruidoso, lleno de risas, llantos, el hombre de seguridad nos está viendo a todos sospechosamente, no puedo ver a mi mamá pero puedo escuchar nuestro idioma, y cada vez que alguien abre la puerta, volteo con ojos como burbujas incandescentes de veintisiete años, listos para reventar y lloverse a una realidad de boletos a México. Mis manos tamborilean el crescendo de ‘Isn’t She Lovely’ en las sillas de plástico.

Los abogados salen, luego mi ‘Pa’, luego mi mamá, todos con caras endurecidas. Me acerco a ellos mientras hablan de detalles técnicos, pero oigo la frase “cuatro meses más”. Cuatro meses más. Vamos a recibir una carta por correo. Estamos callados, hemos regresado a toparnos con desconocidos en las escaleras, hemos regresado a cielos luminosos y grises revelando nada, a hombres oscuros y sospechosos afuera del edificio, al castañeteo de dientes esperando que mi ‘Pa’ pague el valet. La voz de mi mamá se quiebra, sintiendo que ha regresado al archivo otra vez — “cuatro meses más”. Mi ‘Pa’ pita en una intersección de cuatro caminos. Se despeja, seguimos, luego frenamos en un embotellamiento de seis carreteras. Regresamos a menús coloreados de ‘Hollywood Grill’, donde James Dean y Jane Russell en la pared se ríen de nuestras preguntas respondidas con más preguntas, bebés gatean con catsup en sus camisas, mis tías echan azúcar en su café, chilaquiles y hamburguesas, y no nos reímos de nada más que de la oscuridad de nuestras caras y la escucha de la canción de nuestro lenguaje.

Ilustración titular por Natalie Wade, 14 East